La poesía debería ser escrita en mono y en estéreo.
Debería ser escrita también en una noche o en un ahora o en cuatro años.
Debería incluir todos los finales, todos los comienzos.
Debería entenderse como… al que se fue y al que llegó.
Debería también entender los silencios que hay.
Debería contemplar nuevos comienzos, no botar todo a la basura al primer intento de robo.
Debería quedarse tranquila, paciente, por si ese amor que se fue
requiere volver a romper el corazón de nuevo.
La poesía debería ser inmensa, como el amor que le tengo.
Debería llamarse tranquila de nuevo por teléfono, esperar decir: lo siento, o tenías razón.
Debería quedarse sentada en la calle esperando, esperando por ese:
Tenías razón,nunca debí haber estado acá.
Debería también saber decir:
nunca encontré las llaves
y pensé que nunca volverías
porque tú tampoco tenías las llaves.
La poesía debería ser cálida y tierna, considerar todos los matices:
la ciencia, la astrología, el folclor,
la política de los adioses y las bienvenidas.
Debería ser indiferente a la indiferencia,
y debería reírse, reírse de los villanos y también de los héroes.
Reírse porque sabe que en el fondo
no hay nada más que humanos que vamos
hacia el matadero.
De vez en cuando, siéntate con esas poesías,
sírveles un café.
Anda al parque y dile:
Oye…
No hay nada más que humanos que vamos hacia el matadero.
De vez en cuando siéntate con esas poesías,
sírveles un té.
Anda al parque y diles:
Yo también te quiero,
a pesar de que seas porfiada.
Y que el tiempo se haga noche
y que el día un beso.
¿Y dónde queda la música?
La música se une a los pantalones
porque es el cambio que uno le da
al silencio más crudo,
es el cambio que le das a
la noche más porfiada.
Ahora sí,
ahora sí, que sí estoy listo.
La poesía me lo dijo todo.
Ahora sí estoy listo, amor.
Estoy listo y esta sí que es,
Esto sí es;
Esta vez, esta vez, esta vez,
caminaremos juntos de la mano.
Ahora sí que esta vez,
te podré besar como en invierno,
amar como en verano,
y dejarte como en otoño.
Esta vez, amor, brillaremos como nunca,
y seremos como nadie y el todo,
y nos mirarán llenos de envidia.
Y podremos decir:
Es que nos esperamos,
es que nuestro corazón latía más fuerte
que nuestros propios sueños.
Ligeros, ligeros, ligeros,
de la sonrisa que nunca nos miró
ni nos sonrió,
ligeramente ligeros de nosotros mismos.
Siento que comprendí una cosa hoy:
No es que te haya olvidado,
simplemente, me olvidé de sufrir.
Ya no me acuerdo de lo que es tu ausencia
porque ya no sé lo que es la ausencia.
Ahora solo nos queda el mundo sin el otro,
sin despertar ebrio de amor en la mañana,
y me encanta,
lo podría hacer mil vidas
y tropezarme contigo diez primaveras de nuevo.
Fue todo tan necesario que estoy aquí extrañándote
y deseándote el mejor de los adioses.
Te amo, pero me amo más a mí.
Y te deseo lo mejor, amor,
porque esta cumbia
y este vino
merecen ser bailados
y merecen ser tomados
con la mejor de las compañías:
tu recuerdo y el mío.